La productividad laboral es clave para el desarrollo económico y el bienestar de un país, ya que mide cuánto valor genera cada trabajador en un periodo de tiempo. En Chile, la evolución de la productividad ha sido lenta en comparación con otros países, sobre todo con las economías avanzadas, lo cual afecta el crecimiento y limita el cierre de brechas en términos de calidad de vida. Este artículo explora la situación actual de la productividad laboral en Chile, cómo se compara con otros países, cuáles son los factores que la afectan, y qué estrategias se pueden aplicar para mejorarla, con base en el Informe Anual de Productividad 2023 de la Comisión Nacional de Evaluación y Productividad (CNEP).
En comparación con otros países de la OCDE, Chile presenta un nivel de productividad laboral bajo, encontrándose aproximadamente un 42% por debajo del promedio de la organización. A pesar de algunos avances en la última década, la brecha persiste, lo cual limita la capacidad de mejorar salarios y condiciones laborales de los trabajadores chilenos. En el contexto latinoamericano, Chile mantiene un buen nivel de productividad relativa; sin embargo, frente a países avanzados, sigue enfrentando importantes desafíos. Mientras que otros países de la OCDE han logrado impulsar la productividad mediante la adopción de nuevas tecnologías y la mejora continua de habilidades, en Chile estos factores no han logrado el mismo impacto, en gran medida debido a barreras estructurales que obstaculizan su implementación.
Existen varios factores clave que impactan directamente la productividad laboral en Chile:
Capital Humano: La educación y formación de los trabajadores es fundamental para el rendimiento laboral. En Chile, hay un déficit de habilidades en áreas clave, como la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas (STEM), lo que limita la capacidad de adaptarse a los cambios tecnológicos y productivos. Además, persiste una baja participación femenina en estas áreas, lo cual reduce el potencial de diversidad en el talento laboral disponible.
Tecnología y Digitalización: Aunque la tecnología y la digitalización han avanzado, su adopción no es uniforme. Las grandes empresas han logrado adoptar nuevas tecnologías, pero las pequeñas y medianas empresas (PYMEs) enfrentan mayores barreras, como la falta de recursos y habilidades técnicas, lo que limita la transformación digital en gran parte del sector productivo chileno.
Regulación y Burocracia: La productividad en sectores como la minería y la construcción se ve afectada por una excesiva regulación y tiempos largos de espera para permisos. Esta burocracia desalienta la inversión y retrasa la ejecución de proyectos, afectando especialmente a sectores productivos clave en la economía chilena.
Competitividad del Mercado: La falta de competencia en ciertos sectores reduce los incentivos para la innovación y la adopción de mejores prácticas. La presencia de grandes actores que dominan el mercado puede restringir la entrada de nuevos participantes y desalentar la optimización de recursos.
Para mejorar la productividad laboral y reducir la brecha con países más desarrollados, el informe propone varias estrategias:
Impulsar la Educación y Formación en STEM: Fomentar la educación técnica y profesional en áreas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas es crucial. Programas que incentiven la participación femenina y la actualización de competencias digitales serían beneficiosos. Las políticas podrían enfocarse en alianzas entre instituciones educativas y el sector privado, que permitan una mejor alineación entre la oferta de habilidades y la demanda del mercado.
Promover la Digitalización de las PYMEs: Apoyar a las pequeñas y medianas empresas en su adopción de tecnologías digitales es esencial para mejorar su eficiencia. Esto puede incluir incentivos fiscales, subsidios específicos y programas de capacitación para facilitar la implementación de herramientas tecnológicas que agilicen procesos y mejoren la competitividad del sector.
Simplificar la Tramitación de Permisos y Mejorar la Regulación: Es necesario reducir la complejidad y el tiempo de espera en la obtención de permisos, especialmente en sectores como la construcción y la minería. Un sistema más ágil y coordinado entre entidades reguladoras facilitaría el flujo de inversiones, acelerando proyectos de impacto productivo.
Fomentar la Competencia e Innovación en Sectores Clave: Mejorar la competitividad en sectores con poca innovación aumentaría la eficiencia y la adopción de tecnologías, incentivando así la modernización. Las políticas podrían orientarse hacia regulaciones que faciliten el ingreso de nuevos actores y promuevan la innovación.
Mientras el Estado trabaja en políticas para mejorar la productividad, las empresas pueden tomar acciones clave para contribuir a este objetivo. Adoptar tecnología y plataformas digitales, incluso en pequeñas y medianas empresas, permite optimizar procesos y mejorar la eficiencia operativa. Además, fomentar la educación y el desarrollo de habilidades digitales y técnicas entre sus empleados ayuda a abordar el déficit de competencias STEM, mejorando la competitividad interna.
La simplificación de procesos internos y la promoción de una cultura de innovación también son esenciales. Estas estrategias permiten a las empresas adaptarse rápidamente a cambios en el mercado y aprovechar nuevas oportunidades, complementando los esfuerzos gubernamentales. Así, las empresas no solo aumentan su competitividad, sino que juegan un rol activo en cerrar la brecha de productividad en Chile, aportando al crecimiento económico y al bienestar colectivo.