Existen cientos de definiciones de transformación digital. Desde nuestra perspectiva, se trata de cumplir con la propuesta de valor de la empresa sin necesariamente mantener la misma cadena de valor. Esto implica reimaginar y rediseñar los procesos empresariales mediante la adopción de tecnologías digitales para ofrecer el mismo valor a los clientes de formas nuevas y más eficientes. Incluye la automatización de procesos, el uso de datos para la toma de decisiones y la creación de nuevos canales de interacción con los clientes, entre otros.
Como indicamos en el artículo anterior llamado "Transformación Digital: Un Enfoque Estratégico", lo ideal es incluir la transformación digital de las empresas en la planificación estratégica anual, definiendo objetivos, responsables y asignando recursos para avanzar. Pero no siempre se puede.
Lamentablemente, en Chile y América Latina en general, muchas empresas aún desconocen qué es la transformación digital y no entienden el impacto en el negocio que pueden tener las tecnologías emergentes. En lugar de invertir en tecnología, han preferido enfocarse en reducir costos y fortalecer las acciones comerciales, una visión excesivamente cortoplacista.
Además, la cantidad de “especialistas” en diversos temas como blockchain, metaverso, web 3.0, inteligencia artificial, IA generativa, entre otros, bombardean a los líderes con información muchas veces contradictoria. Cada uno con sus sesgos y sus propios intereses, algunos muy optimistas y otros muy pesimistas, terminan confundiendo a los tomadores de decisiones, causando parálisis por el exceso de información.
Si por determinados motivos no es posible vincular la transformación digital con la planificación estratégica de la empresa, es posible avanzar de otra manera. El camino será más largo y más difícil, pero permitirá poco a poco acercarse a la meta.
Esta estrategia de impacto dirigido se trata de elegir cuidadosamente casos específicos que generen el máximo impacto con el mínimo esfuerzo, conocidos como "quick wins". Esta estrategia se centra en seleccionar de uno a tres casos de uso con alto impacto y bajo esfuerzo, definir claramente los casos de negocio, ejecutar, lograr los impactos esperados, comunicar estos impactos y reinvertir las ganancias o ahorros en nuevos proyectos, generando un ciclo virtuoso.
1. Identificación de Oportunidades: Comienza por identificar las necesidades que tiene el negocio, para luego pensar en cómo resolverlas. No comiences al revés porque podrías terminar usando un destornillador para clavar un clavo. Eleva tu perspectiva y mira el negocio desde arriba. Visualiza el proceso completo de generación de valor a tus clientes. Para esto, puedes usar el modelo de Cadena de Valor de Porter o, como vimos en artículos anteriores, el Mapa del Viaje del Cliente. Identifica dónde están las necesidades más relevantes y que, en caso de resolverse, ayudarán a alcanzar los objetivos estratégicos de la empresa. Si el panorama no está tan claro, reúne a tu equipo para hacer el ejercicio de manera grupal, voten, argumenten y discutan sus puntos de vista. El objetivo de este ejercicio es identificar claramente el o los focos que queremos abordar.
2. Definición de Casos de Negocio: Documenta los casos seleccionados detalladamente. Incluye el proceso actual, el diseño del proceso futuro, definiendo claramente los objetivos, el alcance, los recursos necesarios y los indicadores clave de rendimiento (KPI). Una herramienta muy útil en esta etapa es el Mapa de Flujo de Valor (VSM) de Lean para analizar y diseñar los flujos de trabajo dentro de una organización. Se utiliza para mapear todos los pasos, tanto los que agregan valor como los que no, en un proceso productivo o de prestación de servicios, con el objetivo de identificar oportunidades de mejora y eliminar desperdicios.
3. Selección de Oportunidades: Si identificaste pocas iniciativas, define un criterio y selecciona con base en ese criterio: ahorro de tiempo, ahorro de costos, experiencia de cliente o del trabajador, retorno sobre la inversión, tú decides. En caso de que tengas muchas iniciativas, la selección podría dificultarse un poco. Para eso, puedes usar la matriz de impacto-esfuerzo que permite priorizar proyectos. La matriz clasifica los proyectos en cuatro categorías:
Quick Wins: Alto impacto y bajo esfuerzo. ¡Prioriza estos proyectos para obtener resultados rápidos y efectivos que comiencen a hacer que el ciclo virtuoso se mueva!
Proyectos Mayores: Alto impacto y alto esfuerzo. Planifica estos proyectos a largo plazo.
Proyectos de Bajo Impacto: Bajo impacto y bajo esfuerzo. Evalúa si vale la pena realizarlos.
Proyectos Trampa: Bajo impacto y alto esfuerzo. Evita estos proyectos.
Pruebas de Concepto: Antes de adoptar cualquier tecnología, realiza pruebas de concepto. Esto implica probar la tecnología en un entorno controlado para asegurarse de que se adapta a las necesidades y objetivos de la empresa. ¿Comprarías un auto sin encenderlo y probarlo? Probablemente no. Lo mismo pasa con los proyectos tecnológicos, una demostración no es suficiente; es necesario probar la tecnología en acción. Enfócate en probar los principales puntos de riesgo del proyecto para minimizar posibles problemas.
Ejecución Ágil: Una vez superada la prueba de concepto, utiliza un enfoque ágil para la implementación del proyecto. La ejecución ágil es un método dinámico y flexible que permite a los equipos de trabajo adaptarse rápidamente a los cambios y mejorar continuamente. Este enfoque se centra en la colaboración constante con el cliente, la entrega incremental de productos funcionales y la capacidad de respuesta ante la incertidumbre. Dividiendo los proyectos en sprints cortos y manejables, el enfoque ágil facilita revisiones regulares del progreso y ajustes oportunos, resultando en mayor eficiencia y calidad en los entregables. Fomenta un ambiente de trabajo colaborativo donde la comunicación abierta y la retroalimentación continua son esenciales para el éxito del proyecto.
Mide el desempeño de los proyectos y evalúa los resultados frente a los KPI definidos para asegurar el cumplimiento de los objetivos. Este monitoreo constante permite realizar ajustes necesarios y garantizar que los proyectos se mantengan en el camino correcto hacia el logro de los objetivos estratégicos.
Comunicación de Resultados: Comparte los resultados obtenidos con todos los interesados, destacando los beneficios y aprendizajes. Usa casos de éxito como base para futuros proyectos, mostrando cómo los quick wins han generado valor y cómo se pueden replicar en otras áreas de la empresa.
Reinversión en Nuevos Proyectos: Reinvierte los recursos generados en nuevos proyectos de transformación digital, utilizando el mismo enfoque estratégico de selección, definición, implementación y evaluación. Este ciclo de reinversión permite un crecimiento sostenible y continuo, adaptándose a las nuevas demandas y oportunidades del entorno digital.
Esta estrategia de impacto dirigido y quick wins en la transformación digital asegura un enfoque metódico y medible, permitiendo a las organizaciones adaptarse y crecer de manera sostenible en el entorno digital. Al centrarse en iniciativas de alto impacto y bajo esfuerzo, las empresas pueden generar resultados rápidos y tangibles, estableciendo una base sólida para futuras inversiones en tecnología y transformación.
El enfoque en "quick wins" no solo proporciona resultados inmediatos y visibles, sino que también construye la confianza y el impulso necesarios para abordar proyectos más grandes y complejos en el futuro. Este proceso crea un ciclo virtuoso: cada éxito en un proyecto de transformación digital genera recursos adicionales y conocimientos que pueden ser reinvertidos en nuevas iniciativas, facilitando una mejora continua y una adaptación constante a las nuevas tecnologías y demandas del mercado.
Al repetir este ciclo de selección, implementación, evaluación y reinversión, las empresas pueden desarrollar una cultura de innovación y agilidad, posicionándose mejor para enfrentar los desafíos del futuro y aprovechar las oportunidades que ofrece la transformación digital. Así, se asegura no solo la supervivencia, sino también la prosperidad en un entorno empresarial cada vez más digital y competitivo.